Vigía del Fuerte: el municipio más pobre de Antioquia

A pesar de ser un adalid de recursos naturales, es el único del departamento que no tiene interconexión eléctrica y sus habitantes viven sin ninguna necesidad básica satisfecha.

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Reportaje publicado en el Periódico Contexto de la UPB (2013).

 

Por: Juan Pablo López Molano y Natalia Andrea Calderón Ruiz…

Este pueblo del Urabá antioqueño con costumbres chocoanas, está localizado a orillas del Atrato Medio, un corredor vial con salida a los océanos Atlántico y Pacífico y a la República de Panamá, razón por la cual es de interés para grupos al margen de la ley. Desde 1983, cuando Vigía del Fuerte se erigió como municipio, conviven allí afrocolombianos e indígenas embera, que hoy, tras 200 años de la independencia de Antioquia, subsisten aún sin alcantarillado, un acueducto dañado y  solo 12 horas de energía eléctrica.

El municipio se localiza en el Pacífico colombiano: una zona húmeda y selvática en la que sus pobladores se mueven indistintamente de un lugar a otro. Antioqueños y chocoanos se bañan en el mismo río, separados por tan solo 282 metros. Desde la cabecera municipal de Vigía se divisa Bojayá, un pueblo del Chocó con el cual comparte una historia de abandono estatal.

A pesar de la ubicación estratégica, “a Vigía del Fuerte le hace falta todo, pues lo que tiene, está a medias: cuando hay un médico, entonces no hay medicinas”, afirma Eliodoro Roa, habitante del municipio desde hace 30 años. En este pueblo, de 1.780 Km2 de extensión, se vive especialmente de la pesca, el cultivo del plátano, el maíz, el arroz y algunos árboles frutales, como el borojó. “Es el pueblo más pobre en el sentido que no tiene aún interconexión; pero no en su gente, porque tienen sus dos manitos para trabajar”, asegura la alcaldesa del lugar, Miryamdel Carmen Serna Martínez.

En realidad existen dos Vigía del Fuerte, la viva y la muerta, la que tiene luz y la que no. A las 12 del día una planta de energía alimentada por ACPM le devuelve la vida a un pueblo que muere 12 horas después, cuando le cortan  puntualmente el suministro. La Vigía de la mañana es oscura y lluviosa, de noticias radiales emitidas desde Quibdó; pero después de las 12 en punto del medio día no pasan más de diez segundos para que la champeta, el vallenato y las novelas de la tarde aturdan las pocas calles del casco urbano.

Arribar al municipio no es fácil. La llegada del pavimento a Vigía sería como la llegada del hielo a Macondo: no hay vías terrestres, por consiguiente, ni carros ni motos. Para entrar al lugar hay que armarse de valor y aterrizar en una pista de pasto y tierra, u optar por la vía fluvial que se demora entre tres y cuatro horas en panga, una lancha impulsada por motores 150 V6 de Yamaha para 10 personas. Le meten hasta 18.

En Vigía, pocas cosas tienen más de un par. Solo hay un hospital, una iglesia, un pasaje comercial o una cancha de fútbol. Apenas se está construyendo un parque recreativo para los niños, que, increíblemente, ven en los residuos de madera su mayor fuente de felicidad. Para los infantes la viruta lo es todo. Con ella juegan cada cosa que se les ocurre, la esparcen para cubrir el fango y jugar fútbol, mientras que las niñas juegan a saltar y caer en ella, ensuciando sus limitadas mudas de ropa; claro, si es que no andan por ahí desnudas. Si bien no hay acueducto, agua tienen de sobra. Muchas casas tienen su propio tanque que se llena exclusivamente con agua lluvia. Con ella cocinan, se bañan y algunos se lavan los dientes.

 La deuda de sangre

“El Estado tiene una deuda muy grande con Vigía del Fuerte, que apenas comenzó a pagar el gobernador Sergio Fajardo”, dice la alcaldesa. El 2 de mayo de 2002, aconteció en Bellavista(cabecera municipal de Bojayá) y Vigía del Fuerte un enfrentamiento entre el bloque paramilitar Elmer Cárdenas, que llevaba en la zona desde 1997 y el frente 58 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), quienes habían adquirido el control del lugar en el 2000. Si bien los combates iniciaron en Vigía, el acontecimiento se conoce como la Masacre de Bojayá, pues fue allí donde perdieron la vida 79 personas (formalmente identificadas), a casusa de la explosión de un cilindro bomba lanzado por el frente 58 de las FARC-EP en la iglesia de Bellavista.

«En el municipio hay muchos duelos no resueltos”, cuenta Laura Heredia Serna, enfermera vigieña, quien realizó sus prácticas profesionales en el municipio el año de la masacre, cuando el pueblo aún no tenía morgue. Los enfrentamientos en la zona han mermado, asegura Alirio Córdoba Maquilón, rector de la Institución Educativa Vigía del Fuerte (I.E.V.F.), aunque recuerda que este año los frentes 34 y 57 de las FARC, con presencia en la zona, han realizado tres paros armados sobre el río Atrato. El más reciente inició en la mañana del 11de octubre, con la incineración de una avioneta que cubría la ruta Medellín–Vigía del Fuerte y prosiguió con la publicación de panfletos con recomendaciones para la población civil, como no permitir tropas militares cerca a las viviendas y mantener una distancia mínima de 500 metros de las estaciones de policía del municipio.

Actualmente, Vigía es el municipio elegido para realizar el piloto del Proyecto Municipal Integral (PMI), una iniciativa de la Gobernación de Antioquia en la que se invertirán un total de 26 mil  millones de pesos, entre aportes del sector público y privado como las fundaciones Fraternidad Medellín y Bertha Martínez, para articular las intervenciones físicas y sociales, pues “al ser un municipio con un pasado complejo de violencia, hay que entenderlo desde sus lógicas;sabemos que la infraestructura sola no detona el desarrollo”, concluye la politóloga y funcionaria de la Gobernación de Antioquia, Sara Sáenz Uribe.

“La Nación nos da 6 mil 200 millones de pesos para 9.500 personas, pero se supone que el presupuesto es para 5.320. Hace unos años el DANE, cuando hizo el censo, no pudo llegar a todos lo corregimientos por presencia de grupos armados, imposibilitando hacer bien el conteo”. Así describe la situación del municipio Miryam Serna Martínez, la primera alcaldesa de Vigía del Fuerte.

Poco más del 60% de la población del municipio es rural, incluso hay corregimientos con habitantes sin registro civil y de los cuales solo se entera la municipalidad cuando requieren servicio médico. En el Hospital Atrato Medio Antioqueño, del Municipio de Vigía del Fuerte, de primer nivel, se atienden pacientes con Sisben y del régimen subsidiado, a través de EPS como Saludcoop, con la cual tienen problemas por deudas de pago. “Es más fácil que en Vigía se nos muera un paciente por falta de traslado oportuno, que por otra cosa; las EPS no son ágiles, hay pacientes que han esperado hasta cinco días que llegue una avioneta o helicóptero”, acota el administrador del hospital, Marco Tulio Chalá Santos.

Las principales enfermedades de los habitantes del municipio son gingivitis, caries, parasitosis, infección en vías urinarias y lumbalgia, algunas de las cuales se explican “porque la ‘mamá’ del municipio es el Atrato, de allí sacan la comida, allí tiran las basuras y en algunos casos, es donde hacen sus necesidades”, apunta Jorge Hoyos, médico de la Patrulla Aérea Colombiana quien ha participado de distintas jornadas de salud en el municipio.

Un apagón cada día

En abril de este año 2013, EPM realizó un estudio para proporcionarle luz las 24 horas del día al municipio, por una línea desde Murindó. El resultado de la investigación arrojó que simplemente no era viable para la empresa ejecutar dicho proyecto que estimaron en 90 mil millones de pesos aproximadamente. Incluso Juan Rafael López, funcionario de distribución y comercialización de energía EPM, aseguró que saldría más económico trasladar para otro lugaral pueblo entero. De igual manera, EPM analiza otras posibilidades más económicas insitu, como energía solar o una turbina tipo bulbo de alto caudal para ubicar en el Atrato y así suplir las necesidades energéticas del lugar.

EPM no ha determinado aún cuál  opción es más viable y si vale la pena ejecutarla. Entre tanto,  el ente responsable de proveerle la energía a las regiones donde no llegan líneas: Instituto de Planificación y Promoción de Soluciones Energéticas para las Zonas no Interconectadas (IPSE), prometió proporcionarles las 24 horas de luz a medida que fueran pagando con más puntualidad sus facturas de pago.

“Encontré un municipio desorganizado y con todas las necesidades básicas insatisfechas”,  concluye la alcaldesa Serna Martínez. La transparencia la está tratando de consolidar a pesar de que algunas personas han pedido su revocatoria. Ella explica que se debe a que no les ha regalado la plata como en las administraciones anteriores.Históricamente, al vigieño le han regalado lo poco que tiene, por eso no cuenta con una cultura de pago, en lo absoluto. “Quiero que la gente entienda que la plata se consiguetrabajando. No la voy a regalar”, garantiza la alcaldesa.

¿Educación para la autosostenibilidad?

“Sumarle a una persona pobre la ignorancia es grave, porque la educación llena de aspiraciones”, enuncia Manuel Chalá Santos, coordinador académico de la I.E.V.F. Para 2011 los habitantes escolarizados en Vigía del Fuerte eran 3.564, distribuidos en 19 centros educativos rurales y 5 instituciones educativas, de acuerdocon la Secretaría de Educación Municipal.  Hay una alta deserción escolar en el pueblo, especialmente en las zonas rurales,  pues “al no tener qué comer, muchos estudiantes prefieren irse al campo a ayudarle al papá o a trabajar en los negocios que monta la gente del interior”. Los cupos para el programa de desayunos escolares en la Institución Educativa Vigía del Fuerte, financiados por el Plan Alimentario y Nutricional de Antioquia (Maná), son solo 300 para cubrir a 1.038 estudiantes inscritos,  afirma el rector de la institución, Córdoba Maquilón.

Otro de los planteles educativos, es la Institución Educativa Embera Atrato Medio, cuyos métodos se adaptan al ritmo de vida de las 56 comunidades embera asentadas en Murindó, Vigía y Bojayá. Teniendo en cuenta que la comunidad  más cercana al casco urbano de Vigía del Fuerte está a cuatro horas de camino a pie, la instituciónlabora en cinco etapas anuales -cada una de 15 días-. Gloria Inés González Cardona, misionera de la Madre Laura y directora de la institución, asegura que en el municipio “las relaciones entre indígenas y afros son cordiales pero desde el enigma; es decir, hay una convivencia desde la funcionalidad aunque culturalmente sean dos mundos diferentes”.

Del 90% de jóvenes con intenciones de realizar estudios superiores en el municipio, solo el 5%, aproximadamente, logra irse de Vigía para cumplir sus metas, porque allí  no existe tal posibilidad, afirma Chalá Santos. “La educación es fundamental para el desarrollo de cada persona, es necesario capacitar primero a los docentes para que den calidad de educación a los alumnos”, enfatiza la alcaldesa.  Actualmente, el Sena es la entidad encargada de dictar los talleres de capacitación a maestros y alumnos de décimo y onceen ebanistería,  uno de los dos énfasis de las instituciones en el municipio, siendo agroforestal el segundo.

“El potencial de recursos que tenemos da para más que la ebanistería. Yo quiero hacer de nuestra biodiversidad biológica, una oportunidad para la región”, ratifica el tecnólogo agropecuario y especialistaen Economía, Nemesio Palacio Mena. En la zona rural de Vigía del Fuerte se encuentran unos recursos frutales que, en el extranjero, tienen una sustanciosa demanda. Se trata de la jagua (fruta de la cual se extrae un colorante azul natural), la Palma de Mil Pesos (para extraer aceite con fines alimentarios y cosméticos) y el naidí (para extraer la pulpa de su cogollo). Este último, por ejemplo, se encuentra en pocas regiones de Latinoamérica, se comercializa masivamente en Brasil desde hace 20 años y ni siquiera alcanza a cubrir la demanda local.

El problema de crear empresa es que el pueblo no tiene los recursos ni el personal capacitado para procesar las frutas y comercializarlas, incluso han tenido inconvenientes con los trámites legales de exportación. “El Estado, con tantos permisos y normativas, lo que hace es obstaculizar la creación y desarrollo de empresas”, alega Nemesio Palacio, quien ve en el negocio el gran salto industrial que sacaría a la región del anonimato y la miseria.

Vigía del Fuerte: un municipio que deja entrever lo que  es Colombia en profundidad; la ausencia del Estado en su máxima expresión. 200 años han pasado en la historia de Antioquia y allí, en Vigía, pareciera que estuvieran  en  la primera década.

5 comentarios en “Vigía del Fuerte: el municipio más pobre de Antioquia

  1. Muy buen trabajo investigativo de las personas que realizaron este articulo. En este momento me encuentro en Vigía del Fuerte y puedo decir que describe fielmente las condiciones geográficas y socioculturales de este municipio.

  2. felicitaciones por esta investigación. todos como colombianos debemos ayudar a nuestros hermanos vigieños.La paga viene de lo alto DIOS nos recompensa todas las buenas acciones.

  3. Muy buen artículo. Me gustaría saber sobre quién se pondrá al frente, epm o la gobernación de Antioquia para suministrar energía al municipio. Se debe analizar la solución más viable si se trata de energía solar o una turbina tipo bulbo en el R. Atrato.

  4. Se sabe que un suministro estable de energía al municipio traerá beneficios en otros aspectos como es el acceso a la educación y mejores condiciones de vida, incluido el tema de la salud.

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